Me gusta caminar.
Y a veces me olvido que tanto me gusta. Estoy en mi casa y es tan fácil dejarme caer, ver películas, no pensar sino dejarme llevar por la creatividad de extraños en vez de alimentar la mía.
Hoy caminé y me sentí libre. Crucé la Avenida Balboa de la ciudad de Panamá y subí por el paso a desnivel. En 2 minutos llegué a la Cinta Costera que está frente al Océano Pacífico, y al tener a los árboles y el mar tan cerca inspiré profundamente, y llené mis pulmones. Inspiré como si no hubiera respirado por meses y recién podía tomar aire.
No me gusta el calor, y el sol estaba abrasador, pero no me importó, me gusta más caminar que quejarme del calor.
Me gusta tomar fotografías.
Y a veces me olvido que me gusta tanto. Hoy saqué mi teléfono para fotografiar y me acerqué a los animales, los árboles, las personas. Pude fijarme en cada textura, color, contrastes, sentir la alegría de la gente al andar en bicicleta, correr y bailar en un Domingo de actividades en la Cinta Costera. Todos los domingos cierran la Avenida Balboa, el carril de venida o de ida, no sé, pero lo cierran, y así todos pueden usar la calle como peatonal.
Mientras caminaba en este calor, pero sonriente, me di cuenta que en otras ocasiones el calor me molesta mucho, y supera mi amor por caminar. Y me di cuenta que es cuando no camino por mi, sino por otros, por sus deseos y hacia su destino, no el mío. Yo quiero caminar bajo mis propios términos y a mi propio ritmo. No soy egoísta, ¿o sí? A veces...puede ser. Pero me lo guardo, aunque a veces no, a veces sí me quejo.
Igual lo hago, pero no lo disfruto como lo disfruté hoy.
Algunas fotos de hoy:
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