jueves, 15 de octubre de 2015

GROW BEAUTIFUL



Be present with fear. Be present with joy. Be present with ecstasy. Be present with shame. Allow those things to go through your body and be real to you. Don't stuff everything down so you can keep pretending.

Do this everyday and don't forget to DANCE.

R.W.



jueves, 8 de octubre de 2015

UNA HISTORIA

Ella se encontraba estudiando y resolviendo una tarea, cuando recibió esa llamada que jamás pensaría que llegaría.  Aquella voz inmediatamente le recordó ese verano en la que el amor y todo en general era posible, pero que al tocar tierra se desvaneció.  Pero no era esa persona que invocó primero su memoria, ella sabía que no, pues aún eran amigos, y cada uno siguió su camino, bien conocido por ambos y bien lejano también.  Esa voz era realmente de otro recuerdo, un recuerdo que le decía que llegaría mañana, después de las 8pm, cuando ella ya haya terminado de cenar, pues aún recordaba sus hábitos alimenticios.  Ella no sabía que decir, no podía ser él, pero lo era, y después de una pausa que parecía eternidad para ambos dijo "Miguel?" y él respondió "Hermosa! Me asustaste! Pensé que me habías olvidado, pero te prometí que iría, sé que ha pasado mucho tiempo, y han pasado muchas cosas, pero ya está hecho y pronto estaré allá, ya está hecho."

Ana no podía contener las lágrimas, talvez por eso realizó otra pausa y recordó en esos segundos aquel viaje que realizó a Gran Bretaña.  Ella pensaba viajar con una amiga, por primera vez haría un viaje planeado por ella, cruzando el Atlántico y sería su aventura. Podría significar poca cosa para otra persona que haya viajado frecuentemente, pero para ella era un sueño que al fin sería real.

Un mes antes del viaje su amiga le dijo que no podría acompañarla, había encontrado un nuevo trabajo y no tendría vacaciones sino hasta dentro de un año. Ana no se desanimó, y continuó con sus planes.  Planificó todo un tour, su estadía, sus gastos, todo con mucha organización, así como ella siempre hacía las cosas. Y sin mirar atrás se fue. 

Llegó a Londres un sábado por la noche, la recibió un señor alto, formal, que le habló con ese acento inglés que le aseguraba que ya estaba en otro país, en otro continente, en otra cultura.  En su mano tenía un letrero que decía "Ms. Wallace". Era tan irónico que su apellido era inglés y ella nunca había conocido esas tierras.  Se saludaron de la mano y tomó sus maletas para llevarlas a la cajuela de un Dodge blanco. Ana sonrió al ver que se sentaba del lado derecho para manejar. Llegaron al Strand Palace Hotel, y fue a registrarse en el lobby. Una mujer alta, rubia, sonriente y amable le indicó su habitación. Ana subió, arregló sus cosas, tomó un baño, colocó su cabeza en la almohada y se durmió instantáneamente. 

Los siguientes días realizó tours por la ciudad, desde la Torre de Londres, hasta la catedral de St. Paul y el Palacio de Buckingham. El hotel era su refugio nocturno, donde sus pies, y su mente succionaban energía para continuar descubriendo nuevas experiencias los días posteriores. 

Y fue así como la última noche en Londres, cerca del Big Ben, conoció a una argentina, Lucía, la cual había estado saboreando la ciudad al igual que ella. Y mientras intercambiaban relatos decidieron continuar esa noche en un pub cercano y conocer como es la vida nocturna en Londres. Es así como llegaron a The Porterhouse, un bar que desbordaba de gente, cerveza y música.  Ana se sintió agradecida, esto era lo que necesitaba, una noche de música en vivo donde tomar cerveza inglesa y conocer gente interesante.   Cerca de su mesa, la cual encontraron por casualidad, (pues fue en el preciso instante en que una pareja discutía, y la mujer salió bruscamente hacia la calle, seguida de su confundido y nervioso novio) se encontraban dos hombres. Uno muy serio, de penetrantes ojos verdes que escuchaba a su interlocutor, como si le estuviera contando su fórmula para fabricar  la vacuna del SIDA, tenía el pelo castaño oscuro, un poco alborotado, y ondulado, piel bronceada, nariz recta, labios gruesos, atlético, en general muy atractivo. Su compañero era alto como él, rubio, ojos azules, piel muy blanca, atlético pero más delgado.  Ambos vestían como si hubieran llegado de realizar una maratón, parecían tener entre 35 y 40 años.  Lucía se levantó de la mesa súbitamente y se les acercó, les dijo algo que Ana no pudo escuchar, y se volvió a sentar. Al instante, ambos miraron hacia ellas y se acercaron.  El hombre de los ojos penetrantes saludó a Ana y le dijo, "Hola! Soy Miguel, soy portugués pero crecí en Andalucía, así que eres de Ecuador?" Ana estaba sorprendida, miró a Lucía y sin saber que decir le sonrió, Lucía sonrió también y le dijo algo al oído a Ana que la hizo enmudecer.


TO BE CONTINUED...