viernes, 24 de abril de 2020

HÉROES


HEROES

Ahora salir de casa es casi como ir a la guerra. Las esposas se angustian cada vez que a su esposo le toca el día que debe salir a hacer las compras. Muchas tal vez no duermen bien la noche anterior, capaz no han dormido bien ninguna noche, pero ésta, en especial, es la noche más insomne y turbia de la semana. Llega la mañana y les vuelven a dar todas las indicaciones a sus esposos para que eviten contagiarse (aunque ellos ya se las saben de memoria); pero pensamos: mejor repetir ya que los hombres son menos cuidadosos que nosotras (o al menos eso creemos). Que no se toquen la cara, que lleven el gel de alcohol, que se limpien las manos cada vez que tocan algo, que pongan el alcohol en la manija del carrito de compras, que usen su mascarilla, y si es posible, un casco con plástico transparente para protegerse la cara, que no se rasquen los ojos ¡así no aguanten! (esta última se la repito mucho a mi paciente esposo). Bueno, todo eso pasa por las cabezas de las mujeres. Y los hombres...es muy probable que ellos tampoco hayan dormido, ni la noche anterior, ni ninguna noche. Salen de casa con cautela y con el corazón en la mano, saben el riesgo que corren, saben que pueden enfermarse, saben que deben gastar más dinero del que no tienen, y saben que deben pensar como volver a producir para seguir alimentando a su familia. Pensamientos que a cualquiera podría causarle un ataque de pánico, pero su nivel de estrés ya ha sido superado por su instinto de protección y supervivencia. Los mismo en aquellas familias donde sólo hay un papá o una mamá, la diferencia es que esos pensamientos no son compartidos, las preocupaciones se duplican. Pero todos siguen, con el pecho estrujado, con el corazón palpitando a ritmo acelerado. Por dentro caos, por fuera serenidad, una falsa serenidad que está para mostrarla a aquellos que dependen de su estabilidad física, mental y emocional. 

Si en la familia hay un médico, una enfermera, un policía; personas que estarán en contacto con otras y que deben trabajar por varias horas, la angustia se triplica. Muchos ni siquiera pueden volver a casa, o abrazar a sus hijos. Deben aislarse para no contagiarlos, para protegerlos. Profesionales que si bien eligieron su carrera, jamás se imaginaron vivir algo como esto, pero que tuvieron que aprender en tiempo récord a manejar y manejarse dentro de esta batalla desigual. Muchos cayeron abatidos, perdiendo la vida, infectados por grandes cargas virales que su cuerpo no pudo resistir; personas que jamás serán olvidadas. Otros lucharon hasta que lograron superar su infección y vencer y otros aún están luchando para superarla. Tenemos a los que han corrido una mejor suerte, que han podido desviar al virus, al menos momentáneamente, pero que siguen en el campo de batalla haciéndole frente y arriesgándose a pertenecer a uno de los grupos mencionados anteriormente.

Esto que describo es sólo una pequeña muestra de lo que está pasando en el mundo actualmente. No es sólo en una ciudad, no es sólo en una ciudadela, es todo el mundo. ¿Quién iba a pensar que en pleno siglo XXI viviríamos una pandemia de esta magnitud? Pensábamos que lo teníamos todo bajo control, que la tecnología estaba tan avanzada, y ni hablar de la ciencia. Llegó un virus y nos volvió chiquitos a todos. Pero esta pequeñez sacó desde lo más profundo de nuestro ser una grandeza que tal vez no conocíamos, y nos convirtió, nos sigue convirtiendo. Sacó nuestros más bajos instintos así como nuestros más nobles sentimientos, demostrados en nuestras acciones del día a día. Unos se rinden ante esos bajos instintos y otros se llenan de esa gran nobleza. Esos actos son los que nos indican quienes serán héroes en esta guerra. Y los vemos en padres, madres, médicos, policías, bomberos, enfermeras, tecnólogos, recolectores de basura, cajeros y muchos más. Es una guerra que aún no acaba, que continúa dándonos batalla tras batalla. Es larga, sangrienta, contra un enemigo cobarde e invisible, muchas veces desoladora y llena de dolor.  Pero como todo mal, saca a relucir el bien, y el heroísmo de aquel ser humano que es lo suficientemente valiente como para hacerle frente.

No podría saber cuantos nuevos héroes han aparecido y seguirán apareciendo, pero el saber que los tenemos me da un gran sensación de esperanza, de fe y de bienestar. Tendremos un mejor futuro gracias a ellos, eso lo puedo asegurar.

sábado, 4 de abril de 2020

CUANDO TE ABRACE OTRA VEZ



Las cicatrices del alma se irán cerrando,
la angustia del pecho se irá apagando,
no sentiremos más la desoladora ausencia,
o que el tocarnos sea una inconveniencia.

Nuestras lágrimas formarán una esperada laguna,
que unirá nuestras sonrisas de sal y media luna,
que inundará nuestro pecho de una sublime emoción,
que nos unirá en el silencio y en un sólo corazón.

Nos alumbrará la luz de un nuevo comienzo, 
en un mundo cambiado, muy herido y tenso,
pero al sentir tan cerca tu cuerpo y tu calor,
calmará la sensación de incertidumbre y temor.

No me importará si me estrujas muy fuerte,
no me quejaré si nuestros brazos duelen,
al entrelazarnos sin moderación ni cuidado,
porque ya finalmente estarás a mi lado.

Y a nuestro alrededor el viento, cantará una tonada,
que nos envolverá hasta la madrugada,
un canto que sólo tú y yo volveremos a escuchar, 
cuando nos reencontremos y nos volvamos a abrazar.

Cuando te abrace otra vez,
podremos volver a soñar,
la vida tendrá un nuevo sentido,
porque en mi realidad, tú nunca te has ido.