miércoles, 31 de agosto de 2011

Leyendo a Emily


Dickinson, gran mujer, introvertida, reclusiva, mantuvo sus amistades por correspondencia, y de cada una tenía una descripción particular y elocuente. Siempre sintiendo la profunda amenaza de la muerte a pesar de que murió a los 55 años de Nefritis, era joven, pero no tanto.
Formó parte de una gran época del siglo 19, donde existió una revolución feminista, de mujeres intelectuales, escritoras, periodistas, educadoras, abolicionistas, y la gran mayoría solteras.
Fue así como fui adentrándome en la vida de cada una de ellas, empecé con Emily, leí el libro de su hermana Lavinia, que se trataba enteramente sobre ella (Emily) y toda la familia Dickinson. Luego seguí con Louisa May Alcott, Rebecca Harding Davis, Margaret Fuller, Sylvia Plath y Maya Angelou.
Leyendo sobre ellas y sus vidas no puedo evitar pensar, a que le llamaban felicidad? Pues lo que aportaron en su tiempo y en los venideros, asi no sean testigos de su fama o su inspiración es lo que las llenaba, ese constante activismo y movimiento de neuronas que sólo cedía al dormir, aunque no hay evidencias de que parara ahí. A pesar de que muchas no tuvieron hijos, y no se casaron, sus vidas fueron dignas de imitar, en una época que era tan importante tener una familia para ser parte "valiosa" de la sociedad, ellas rompieron todos los esquemas.  Talvez ellas nunca pensaron en la felicidad per se, tan sólo pensaron no sólo en ser, sino en hacer. En ocasiones leía sobre sus vidas y me decía lo fascinantes que eran, pero no sabemos lo que pasaba en su interior.  En fin, la felicidad sólo son momentos, actitudes ante la vida y lo que nos pasa, lo que las hacía felices a ellas, talvez no haga feliz a otra persona si lo ve de una manera depresiva y solitaria.  Talvez Emily disfrutaba inmensamente de su soledad y de su libertad, sin tener que atender a nadie, ni a un marido, ni a un niño.  No sé si eso sea egoísta, es tan sólo otra forma más de vivir, y seamos honestos, ella llegó a la gloria,  siempre será recordada, al igual que las demás que la acompañaron en su época.
Alguna vez escuché a un amigo decir de otro que falleció: "Que desperdicio de vida". Yo le pregunté "Por qué?" y me dijo, porque nunca se casó ni tuvo hijos.  Y me dije, pero tiene que haber hecho algo más en todos estos años que caminó en esta tierra, alguna vida tuvo que tocar, algo cambió gracias a él, no se puede juzgar toda una vida por un simple hecho como es el de aparearse,  algo que es biológico, que no requiere mayor esfuerzo, y cabe añadir que es uno de los placeres de la vida. 
Nadie puede decir que una vida es un desperdicio, sólo porque no cumplió con los requisitos comunes que ordena la sociedad, el salir de esos parámetros te da tanto o más validez, por tan sólo ser diferente y sobretodo si utilizas esa libertad para llegar a la gloria.

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