martes, 29 de abril de 2025

POR QUE EL PENSAR QUE SOMOS PERFECTOS TAL Y COMO SOMOS HA DAÑADO NUESTRA SOCIEDAD

La frase "ámate tal y como eres" se ha convertido en un mantra popular, repetido en redes sociales, libros de autoayuda y charlas motivacionales. Suena cálida, amable y comprensiva, pero ¿es realmente tan positiva como parece? En esta entrada, quiero reflexionar sobre por qué esta idea, aunque bienintencionada, puede ser peligrosa y cómo ha contribuido a moldear una sociedad que, en muchos sentidos, ha perdido el rumbo. A través de mi experiencia personal, espero ilustrar por qué necesitamos cuestionar este mensaje y adoptar una perspectiva más equilibrada.

La imperfección humana: una verdad universal

Es un hecho evidente que los seres humanos no somos perfectos. Desde el momento en que nacemos, somos vulnerables a las influencias del mundo que nos rodea. En la infancia, nuestra pureza e inocencia nos acercan a un estado de "perfección", pero a medida que crecemos, experimentamos dolor, miedo, decepción y una amplia gama de emociones, desde las más luminosas hasta las más oscuras. Aprendemos lo que es la vanidad, los celos, la envidia, la rabia, la pereza y, en algunos casos, las adicciones. Incluso si crecemos en un entorno amoroso y protector, no podemos vivir en una burbuja eternamente. El mundo nos moldea, y nuestras experiencias, tanto positivas como negativas, definen quiénes somos.

El peligro de "eres perfecto tal y como eres"

La afirmación "eres perfecto tal y como eres" puede sonar reconfortante, pero encierra un riesgo significativo. Al adoptar esta mentalidad, cerramos la puerta a la autocrítica constructiva, al aprendizaje y al crecimiento personal. Si creemos que no necesitamos cambiar nada, cualquier consejo o crítica, por bienintencionado que sea, se percibe como un ataque. Esta actitud no solo frena nuestra evolución personal, sino que también nos impide reconocer comportamientos o pensamientos que podrían estar haciéndonos daño a nosotros mismos o a los demás.

Además, este mensaje fomenta el narcisismo, el victimismo y el materialismo, especialmente entre los más jóvenes. En un mundo donde todo está al alcance de un clic —desde el transporte hasta la comunicación instantánea—, tenemos demasiado tiempo para centrarnos en nosotros mismos: en cómo nos vemos, cómo nos sentimos o qué creemos que merecemos. Este enfoque excesivo en el "yo" puede llevar a la frustración, la depresión y la incapacidad de aceptar críticas, alejándonos de las personas que realmente buscan nuestro bienestar.

El impacto social y político

Esta mentalidad no solo afecta a nivel personal, sino que también ha permeado la esfera pública. En la política, los líderes que refuerzan la idea de que "eres perfecto tal y como eres" y que todas tus creencias o percepciones deben ser validadas sin cuestionamiento ganan popularidad, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Este enfoque ha llevado a extremos como la aceptación incondicional de cualquier autopercepción, incluso cuando entra en conflicto con la realidad objetiva. Por ejemplo, la idea de que alguien puede exigir que se le reconozca como algo que no es —y que cuestionarlo sea considerado una ofensa— refleja cómo esta mentalidad ha distorsionado el debate público y las leyes en algunos lugares.

Mi experiencia personal: un cambio de perspectiva

Durante años, yo misma caí en la trampa de esta mentalidad. Me enfocaba en mis emociones, mis miedos y en lo que otros "me hacían". Aunque nunca fui de culpar a los demás por mis decisiones, sentía lástima por mí misma cuando las cosas no salían como quería. Me preguntaba: "¿Por qué me pasa esto si soy tan buena persona?" o "¿Por qué no me valoran como merezco?". Este enfoque me sumió en un sufrimiento autoimpuesto que solo empezó a desvanecerse cuando cambié mi perspectiva.

Descubrí que centrarme en mí misma era el problema. Cuando comencé a practicar la gratitud, mi mundo cambió. La gratitud me permitió salir de mi burbuja y apreciar las bendiciones que había ignorado: las personas que me rodeaban, las oportunidades que tenía, las pequeñas cosas que hacían mi vida significativa. Me di cuenta de que no estoy aquí para ser el centro del universo, sino para servir, ayudar y compartir lo que he aprendido. Este cambio de mentalidad no solo me liberó de la autocompasión, sino que también me permitió construir relaciones más auténticas y significativas.

La gratitud como antídoto

En una sociedad que nos empuja a pensar constantemente en nosotros mismos, la gratitud es una herramienta poderosa para contrarrestar el egoísmo y la insatisfacción. Al despertar cada mañana y reflexionar sobre lo que agradecemos, empezamos a ver el mundo con otros ojos. Nos damos cuenta de que muchas de las bendiciones que tenemos —como el amor de una pareja, la amistad o incluso las pequeñas alegrías diarias— son fáciles de pasar por alto cuando estamos demasiado enfocados en lo que nos falta.

Un ejemplo claro es el esposo que ignora a su esposa, quien hace todo por cuidarlo y demostrarle cariño, porque está absorto en su celular. Solo cuando ella se cansa y se va, él levanta la vista y se da cuenta de lo que perdió. La gratitud nos ayuda a evitar estas tragedias cotidianas, enseñándonos a valorar lo que tenemos antes de que sea demasiado tarde. 

Una propuesta para el cambio

En lugar de llenar nuestras mentes con pensamientos sobre lo que nos falta o lo que merecemos, propongo un enfoque diferente: dirigir nuestra energía hacia los demás. Preguntémonos: ¿Qué puedo hacer hoy para que este día sea valioso para alguien más? ¿Qué talento o habilidad puedo usar para ayudar a otros? ¿Cuál es el propósito que me impulsa a levantarme cada mañana? Creo firmemente que estamos aquí para contribuir, no para exigir. Nuestra existencia tiene sentido cuando nos esforzamos por dejar una huella positiva en el mundo, por pequeña que sea.

Conclusión

La idea de que "somos perfectos tal y como estamos" puede parecer un mensaje positivo pero en realidad nos limita. Nos aleja del crecimiento personal, nos encierra en el narcisismo y debilita nuestra capacidad para conectar con los demás. En cambio, al aceptar nuestra imperfección, practicar la gratitud y enfocarnos en servir a otros, podemos encontrar un propósito más profundo y construir una sociedad más sana y equilibrada. ¿Qué piensas? ¿Cómo podemos fomentar un equilibrio entre el amor propio y la humildad en un mundo que parece celebrar el ego?

jueves, 27 de marzo de 2025

ECOVILLAGES: NO ES SOLO UNA EMPRESA, ES UNA LUCHA POR LA FAMILIA.



Cuando comenzamos la empresa de EcoVillages en Panamá (porque ahora vivo en Panamá), al principio lo vi como el sueño de mi esposo, algo en lo que lo apoyaba porque moldearía nuestro futuro como familia. Pero con el tiempo, me di cuenta de que era mucho más que eso. Esta empresa no se trata solo de ayudar a las personas a reubicarse; se trata de crear comunidades con personas que comparten nuestros valores y de revivir los principios que alguna vez hicieron del mundo occidental un faro de oportunidades y libertad.

Durante generaciones, Estados Unidos fue el destino definitivo para quienes buscaban una vida mejor. Su fuerte y atemporal constitución basada en principios judeo- cristianos, su compromiso con las libertades individuales y sus oportunidades de prosperidad atrajeron a personas de todo el mundo, incluyendo Latinoamérica. Las familias prosperaban, los niños recibían una educación de calidad y el trabajo duro era recompensado. Pero con el tiempo, estos valores fundamentales comenzaron a erosionarse. La sociedad cambió, el trabajo tomó prioridad sobre la familia, los divorcios se dispararon, las adicciones crecieron y los movimientos sociales, aunque aparentemente bien intencionados, fueron cooptados para servir a agendas políticas.

Las marchas parecían nobles—promoviendo la paz, la tolerancia, la unidad y la aceptación. Pero en realidad, fueron manipuladas, y sus participantes terminaron siendo "colaboradores inconscientes" sin darse cuenta. Estos movimientos fueron cuidadosamente orquestados y más tarde absorbidos por las mismas élites contra las que creían estar luchando. A través de esta guerra cultural, estas élites lograron controlar las mentes y las familias de las personas, distrayéndolas de los problemas reales, fomentando la división y profundizando la dependencia del Estado. Con el tiempo, la gente fue llevada a creer que el gobierno es dueño de sus vidas y que depender de él es necesario. Esto es Comunismo 101.

A medida que la influencia del gobierno se expandió, la responsabilidad personal y las libertades individuales se deterioraron. Esta es una estrategia fundamental de las ideologías socialistas: crear dependencia mientras se destruyen los valores que sostienen familias y comunidades fuertes y autosuficientes. La gente no lo vio venir porque sucedió gradualmente. Nuestros padres marcharon por la paz, el amor y la "liberación sexual" en los 60,  se alentó a las mujeres a rechazar su rol en la familia, convencidas de que las mantenían esclavizadas, mientras que los hombres eran alentados a abandonar cada vez más a sus familias para obtener subisidios gubernamentales y  el desfile del orgullo se convirtió en un mes entero de celebración de la sexualidad. Poco a poco, la vida de las personas se volvió más dependiente del Estado, mientras sus creencias eran moldeadas por los medios de comunicación y la propaganda de Hollywood.

Si lees El Libro Negro de la Nueva Izquierda de Agustín Laje, entenderás cómo la agenda socialista ha logrado controlar a las masas. En resumen: al principio, usaron la lucha de clases contra los dueños de empresas, pero cuando la gente se dio cuenta de que el trabajo era la mejor manera de progresar y dejó de preocuparse por esa división, cambiaron a la política de identidad: feminismo radical, LGBTQ, Black Lives Matter y más. Todo con el objetivo de socavar los valores cristianos tradicionales: atacar la feminidad, la masculinidad, el matrimonio, la familia, los niños y hasta al bebé en el vientre materno.

Una vez que comprendes por qué nos ha sucedido esto y te das cuenta de que hemos sido manipulados, puedes liberar tu mente. Verás que es momento de dejar atrás esa sociedad porque va en camino al colapso.

Comprender estos cambios sociales fue un punto de inflexión para mí. Durante años, creí en la idea feminista moderna de que la independencia significaba priorizar una carrera profesional por encima de todo. Me enfoqué solo en el éxito profesional, sin considerar el matrimonio o la familia como prioridades. Pero con el tiempo, me sentí cada vez más desilusionada con ese camino. Como muchos, tuve dificultades en mis relaciones y en mi realización personal, hasta que finalmente entendí que la verdadera confianza y felicidad provienen de saber quién eres, qué defiendes y de construir una vida alineada con esos valores, una vida con propósito.

A través de mi propio camino de Fe, encontré claridad. Aprendí a conocer y a confiar en Dios, a soltar la ilusión del control y a abrazar mi rol en el matrimonio y la familia. Esta transformación personal fortaleció mi convicción de mantenerme firme en mis creencias, incluso cuando van en contra de la cultura popular. Uno de los momentos clave que me hizo cuestionar las narrativas modernas fue el movimiento Me Too y su lema "Cree en todas las mujeres", que ignoraba el principio fundamental del debido proceso. Apoyar a las víctimas es importante, pero aceptar acusaciones sin pruebas ha tenido consecuencias devastadoras, incluyendo denuncias falsas que han arruinado vidas. Como esposa, madrastra y tía de hombres y niños maravillosos, no podía ignorar los peligros de esta ideología.

El ataque a los valores familiares no se detuvo ahí. El cambio más alarmante ha sido el ataque directo a los niños, promoviendo ideologías de género, alentando procedimientos médicos irreversibles y socavando los derechos de los padres. Este asalto directo a la familia es la razón por la que estamos tan comprometidos en crear comunidades que protejan y defiendan estos valores.

Nuestras comunidades representan algo más que hermosas casas en lugares paradisíacos. Somos claros sobre lo que creemos:

  • Creemos en la libertad, pero también en preservar los valores judeo cristianos que hicieron fuerte a la civilización occidental.

  • Creemos en la importancia de la familia y en la inocencia de los niños.

  • Creemos en la realidad biológica: existen dos géneros, hombre y mujer.

  • Creemos en la libertad de expresión, la libertad religiosa y la libertad médica.

  • Creemos que hombres y mujeres son iguales pero diferentes, cada uno con roles únicos y complementarios.

  • Creemos en el debate abierto, donde las diferencias pueden discutirse con respeto, sin censura.

  • No somos "woke", estamos despiertos a la realidad de lo que está ocurriendo en la sociedad y hemos elegido defender lo que realmente importa.

Esta es una de las razones por las que elegimos Latinoamérica para crear nuestras comunidades. En muchos lugares de esta región, la mayoría de las personas aún defienden y luchan por los principios del núcleo familiar. Por eso estamos viendo un éxodo de personas de todo el mundo, especialmente de países desarrollados donde la inmigración ilegal está transformando la cultura y creando entornos inseguros e inestables. Estas personas buscan un lugar donde puedan vivir de acuerdo con sus valores, donde sus familias puedan prosperar con seguridad y donde sus principios sean respetados.

Estos principios no son solo palabras; son la base de las comunidades que estamos construyendo. Y lo más gratificante de este camino ha sido conocer a tantas personas con ideas afines, que comparten estas creencias y desean construir un futuro basado en ellas. Nuestros clientes no son solo compradores; se convierten en amigos, vecinos y en parte de un grupo que prioriza la libertad, la familia y la verdad.

Esta es la razón por la que hacemos lo que hacemos. No estamos simplemente desarrollando propiedades, estamos fomentando un estilo de vida que se alinea con nuestras convicciones más profundas. Y estamos agradecidos por cada persona que se une a esta misión.