miércoles, 24 de septiembre de 2025

LA MEDITACION

La vida está tan llena de sorpresas, algunas buenas, otras malas, otras peores, pero está también llena de muchas enseñanzas. Ya sé que eso es algo que todos sabemos, pero a mi no deja de sorprenderme. Me he dado cuenta personalmente que a mi la vida me ha enseñado que todo cambia, todo el tiempo, y que no puedo jamás bajar la guardia. Si algo me hizo bien alguna vez, una práctica excelente para mejorar mi mente y mi cuerpo, nunca debo dejar de hacerlo porque ya estoy bien. No debemos soltar aquello que sabemos es una práctica que nos edifica y sobretodo que es positiva para la mente. 

El mundo ahora está demasiado congestionado de incertidumbre, distracciones, materialismo, y muchas tribulaciones. Debemos estar preparados para poder enfrentarnos a él, y en eso yo puedo decir que una de las mejores prácticas es la meditación. Yo soy cristiana, por lo que a mí personalmente me gusta la meditación. Es como lo dicta la Biblia, por ejemplo, en Filipenses 4:8 la menciona de esta manera: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad".  Meditar es centrarte, no poner tu mente en blanco, eso es imposible,  ya que nuestra mente esta para pensar.  La forma de hacerlo es practicando y atendiendo cada pensamiento que te llega, reconocerlo y dejarlo ir para enfocarte en aquello que si quieres ponerle atencion: la palabra de Dios. Y la palabra de Dios está en Ti, en sus promesas de protegerte y de que no tengas miedo y de que siempre estará para ti, batallando tus luchas. Puedes poner la palabra en tu respiración, ya que la respiración dice Yavé, el nombre de tu Creador. Ahí estás centrándote en El. 

Somos cuerpo, mente y espíritu. Por eso yo considero que es muy bueno meditar, no meditando a espíritus raros como el Hare Krishna o chakras, pero usando tu cuerpo para sentirlo de verdad, este cuerpo que Dios nos ha dado y acercarte más a El, ya que vienen tantos pensamientos desde el subconsciente que no controlamos, y que no nos representan, sino que simplemente aparecen y a veces nos asustan. Por eso, meditar nos ayuda a centrarnos, ver el pensamiento como un espectador y dejarlo ir. Puedes decir, oh interesante, y vuelves a centrarte. El darte cuenta de esos pensamientos libera tu mente, te da más paz y te enseña a tener la mente más en Cristo que en el mundo que está tan lleno de mentiras. Imagínate la cantidad de pensamientos que tenemos al día, por la sobre estimulación en la que vivimos, y cuantos pensamientos han ocupado nuestra mente demasiado tiempo, incluso causándonos malestar. Si lo vemos científicamente, en un cerebro ansioso, esos pensamientos negativos se tornan obsesivos y activan la amígdala cerebral, que es la parte más rudimentaria de nuestro cerebro para que se alarme, y todo el cuerpo reacciona al peligro: adrenalina, cortisol, bajando las hormonas de la felicidad y calma como son la dopamina y serotonina. Nuestra corteza prefrontal, la parte que nos calma, se altera y ya no domina, sino es la amígdala para defendernos de un pensamiento intrusivo que no tiene lógica. 

La meditación ayuda a que eso cambie, a que nuestro cerebro forme nuevas conexiones y se familiarice más con la calma, que el sistema parasimpático sea el que domine más tu día, no el simpático que te pone en un estado de alerta. Y así tus días son llenos de paz. 

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