miércoles, 15 de febrero de 2012

AYER EN SAN VALENTIN (PARTE UNO): MI SOBRINO ANTES Y AHORA



Inicié el día despertándome a las 5 am, no tengo claro del por qué estuve tan madrugadora, sé que tuve un sueño tipo historia,  pero que ahora está nublado junto con los personajes que ahí aparecían. Aunque como la mayoría de veces que uno duerme poco, la culpa la tienen las preocupaciones, pues la causa de mi despertada prematura puedo casi asegurar que es porque he estado con la cabeza muy centrada en mi sobrino Pablo Andrés.  Este niño precoz tiene 11 años, desde que nació sabíamos que iba a ser muy especial, desde su nombre hasta la vida que elegiría, y no nos equivocamos.  En cuanto al nombre, suena muy común, pero es que el nombre PABLO ANDRES significa mucho en mi familia. Todo empezó con mi padre, el cual le debe su nombre a su padrino, Pablo Neruda, sí EL PABLO NERUDA, quien fuera jefe de mi abuela Sara en las épocas pre-Pinochet, posterior a lo cual cada uno tomó rumbos diferentes, siendo mi hermoso Ecuador el destino de mi abuela.  Se preguntarán ahora por ANDRES, bueno ese es simplemente un nombre que a mi mamá le fascinaba y quedaba muy bien con PABLO.  En todo caso yo habría sido la siguiente en la lista, ese era el plan, sino que nací mujer y no les quedó otra que ponerme Andrea Paola. A los dos años supieron con alegría que el nuevo integrante de la familia sí sería varón, así que él sería el afortunado acreedor de ese nombramiento, pero nuevamente tuvieron que esperar pues mi hermanito tenía otros planes y no alcanzó a nacer.  Así que como podemos ver, hubieron dos intentos fallidos, pero como dicen "la tercera es la vencida", en el nuevo milenio llegó el anhelado Pablo Andrés.  Y vaya que amé y amo a ese niño desde que lo vi.  No podía separarme de él, tanta era mi chochera que a mi pobre hermana la tenía torturada llegando de improviso a su casa al menos 3 veces por semana como a las 7 am, siempre después de la guardia de 24 horas que hacía en el hospital Luis Vernaza (en mi época de internado).  A ella por supuesto no le gustaba mucho mi visita a esas grandiosas horas (por no decir que no le gustaba nada), pero que más le quedaba, abrirme la puerta con cara de sueño, y un poco de malgenio y sin que yo se lo pida me hacía el desayuno (todo podrá ser pero no podía dejar de ser una excelente anfitriona, con malgenio y todo) y esperábamos juntas a que despierte nuestro angelito que nos hacía derretir con cada cosa que hacía o decía.
Mi adorado Pablo Andrés habló muy rápido (como dije antes: precoz), a los 2 años tenía un extenso vocabulario con casi perfecta pronunciación y desde pequeño fue curioso de todo y amante de la música.  Decidimos que sería amante de la buena música así que lo iniciamos con Los Beatles y de ahí proseguimos mostrándole lo que más podíamos del rock de los 60, 70 y 80s.  Todo iba muy bien hasta que vio el video y escuchó la canción "Torero" de Chayanne, fue inevitable, pero qué podíamos hacer? Había que darle gusto al nene, un gusto que gracias a Dios le duró poco tiempo, y pronto empezó a interesarse por el rock otra vez.  Aunque debo confesar que se lo veía adorable cuando bailaba esa canción así que me declaro culpable de ponérsela una y otra vez, mi hermana es igual de culpable que yo por si acaso.
Por su amor a la música mi padre le compró una guitarra, un bajo, otra guitarra y otra guitarra.  Como es de suponerlo le puso un profesor, con el cual ha aprendido mucho, y se le ha hecho fácil, tiene talento natural, incluso hace canciones, es muy creativo y sensible para eso, es lo suyo.  Me encanta su personalidad pero el problema ahora es que está en una preadolescencia prematura que nos tiene preocupados a todos, dejó un poco de lado su dulzura para cambiarla por rebeldía, poniendo los ojos hacia arriba cuando quieres aconsejarlo, saliendo bruscamente de la habitación si escucha algo que no le gusta y ensimismándose en su propio mundo, con su guitarra y su internet, y como si fuera poco ahora quiere convertirse en un EMO.  No podemos evitar que crezca (aunque quisiéramos que fuera como Peter Pan), pero duele sentir que tan rápido quiere dejar atrás su infancia, a una edad en la que aún debe pensar en muñecos y no en chicas y auto inflingirse depresión, porque piensa que eso lo hará más importante de lo que ya es. Entiendo que cuando uno es pequeño quiere crecer antes de tiempo, pero no quiero que algún día mire hacia el pasado y quiera volver a su poco aprovechada niñez.  Ahí es cuando uno se da cuenta que ya no estamos tan jóvenes, cuando te dices a ti mismo, "Qué pasa con la juventud de ahora? en mis tiempos no era así, yo a esa edad seguía pensando en las Barbies y correteando por toda la casa".  Pero los tiempos cambian, tenemos que aceptar esta época y tratar de criar a los chicos de la mejor manera asimilando lo que estamos viviendo.  Sólo espero que pronto vuelva la dulzura de Pablo Andrés y que disfrute cada etapa de su vida sobretodo su infancia que es un tesoro que aún no se le ha acabado.
(Pronto viene la parte dos de mi Día de San Valentín)

No hay comentarios:

Publicar un comentario