jueves, 16 de agosto de 2012

NO SOY NEGOCIANTE (PERO QUIERO SERLO)



No quiere decir que no negocio, pero desconozco las características mañas que tienen ciertas personas para poder obtener un beneficio extra y merecido por sus servicios profesionales. Ahora trabajo en una empresa de salud y en un consultorio y cada vez que veo algún movimiento en falso que no considero beneficioso para mi o mis compañeros médicos (porque hay que ser sinceros, la mayoría de veces, por no decir siempre, dicho paso es beneficioso sólo para los contratadores más no para los contratados) hablo, discuto, escribo, me reúno, pero muchas veces no me queda otra que ceder, porque queda en "Ud. es la única que reclama, la única que ve esto o aquello" y pienso, "será cierto?" "todos están contentos?" o simplemente "¿les da pereza hablar porque saben que nada ganarán?", que decepción. Hace tiempo me he dado cuenta de que aqui padecemos el "Trastorno del Silencio Crónico y Déficit de Coraje" que tiene como etiología el miedo a las confrontaciones y a la pérdida de un puesto, y este trastorno es muy común en el gremio médico.Yo puedo comprender esto, que muchas personas tienen familia, por lo que el temor se acrecenta y  además en cada sitio nos hacen sentir (en algunos hasta te lo dicen) que nadie es irreemplazable, pero claro depende de la perspectiva con que lo veas, cualquiera puede ocupar nuestro puesto como espacio físico, eso es una cosa, pero no cualquiera lo puede tomar y manejar como yo, o cualquiera que sepa valorar verdaderamente lo que hace. Al menos yo considero que mi trabajo lo hago sumamente bien, soy clara y concisa con mis pacientes, muy atenta, escucho cada problema, les doy la importancia que necesitan sentir, tengo conocimiento de lo que hago y no me gusta mentirles, además trato en lo posible de que el rostro con el que se vayan se vea más relajado que el rostro con el que llegaron. Es casi imposible que todos se vayan satisfechos de tu consulta, pero el hecho de que me importe ese punto, sube mucho la calidad de atención que voy a dar y eso a su vez será beneficioso para el sitio donde estoy prestando mis servicios, por lo que el trato que doy y recibo debería ser de primera pienso yo ¿o me equivoco?
A mi siempre me ha sorprendido la desunión que existe en el gremio médico de este país en cuanto a la lucha por nuestros derechos. Ultimamente han elevado a 8  las horas de trabajo en los puestos públicos, y el aumento de sueldo ha sido exiguo, ocasionando también que dejen menos tiempo para atender a sus pacientes privados, comprometiendo más sus ganancias, y todos CALLADOS (el trastorno otra vez).  Nadie negocia, nadie se une, nadie debate, sólo callan.  Yo agradezco que al momento no tengo ese dilema (porque no trabajo en puesto público), pero no por eso debo darle la espalda a dicho asunto ya que donde quiera que exista una medida que yo considere injusta tengo que exponer mi desacuerdo total . Aún así en los puestos privados también existen injusticias, como horas extras no remuneradas, fines de semana costeados como días entre semana, aumento mínimo de salarios, incomodidad en las instalaciones, vigilancia constante, y la importancia del cliente externo muy por encima del interno, llegando incluso a la presión y persecución de tus actos sin que esto sea justificado. Por lo que por todos lados hay que hablar y tratar de mover un poco las cosas tratando de guiar hacia la luz a ciertas personas.
Es importante iniciar el ruido, pero uno debe hacerlo bien, para que llegue primero a los oídos adecuados y luego poco a poco a todos los demás. Si conseguimos curarnos del trastorno crónico endémico podremos abrir los ojos y valorar nuestra maravillosa profesión como un verdadero servicio humano, que merece ser bien remunerado (porque es nuestra forma de vida) y apreciado por todos los que acceden a él, sobretodo para los médicos que viven y respiran la medicina y tienen una verdadera vocación.  En fin, tengo que aprender a ser negociante para llegar a cada persona y conseguir poco a poco un cambio, ya que hasta ahora no me ha hecho efecto el hablar yo sóla.

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